jueves, noviembre 16, 2006

AMAR, SERVIR Y CONFIAR

Lema Episcopal del Nuevo Obispo de Iquique

Al igual que todos los Pastores de nuestra Iglesia Universal, Monseñor Marco Antonio Ordenes Fernández tiene su lema: “Amar, Servir y Confiar”. Tres palabras que, plasmadas con profunda significación en su Escudo Episcopal (VER ESCUDO EPISCOPAL), guiarán su ministerio, en el nuevo cargo pastoral que el Papa Benedicto XVI le designó el pasado 23 de octubre.

Cuál es el porqué de este lema, el electo Obispo de Iquique explica “San Ignacio de Loyola tiene una frase, una oración muy larga que uno hace y que dice: contemplación para alcanzar amor, y allí entonces dice San Ignacio, hay que pedir la gracia a Dios de que uno en todas las cosas pueda amar y servir”.

Esta frase significó para Monseñor Ordenes, una síntesis de vida que, él mismo afirma “me ha acompañado hasta ahora, porque creo que es una propuesta que expresa la radicalidad y la belleza del Evangelio. Cuando el escribano le pregunta a Jesús: Cuál es el mandamiento más importante, Él le responde: ama a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo, y el amor al prójimo se expresa en mi servicio”.

Por lo tanto, asegura, el amor y el servicio implican “esta doble dimensión de la condición cristiana, del amor a Dios, pero también el amor al hombre con una claridad absoluta, no es filantropía, es una claridad absoluta: el amor a Dios, y por eso amar y servir. Amar a Dios y servirlo a Él. Servirlo en el hombre, amar al hombre y sirviéndolo, amándolo”.

A estas dos palabras, las cuales lo acompañaron en su lema sacerdotal, el electo Obispo de la Iglesia Católica agregó el término “confiar”, cuyo significado “implica para mí otro descubrimiento en la vida, especialmente en el camino del ministerio sacerdotal. Estos diez años para mí han sido muy iluminados por la doctrina de Teresa de Lisieux, una gran maestra espiritual que me ha acompañado mucho por su doctrina. Creo que he ido aprendiendo o, por lo menos, siento una profunda inclinación a descubrir la confianza”.

“La confianza es saber poner mi esperanza en Dios, y poner la esperanza en Dios en la tormenta, no en otro momento. En la brisa, en los momentos de paz sí, estupendo, pero saber poner la confianza en Dios en la tormenta, en la oscuridad, en la oscuridad de los sentidos, ahí, y ahí se siente recién el llamado que viene del maestro, que Dios también me pide a mí como cristiano: confiar. ¿De dónde vamos a sacar más sacerdotes para cubrir las distintas necesidades de nuestra diócesis?. ¿Cómo vamos a formular los grandes ideales que tenemos?. ¿Cómo vamos a anunciar la palabra del Evangelio en esta realidad de la Iglesia de Iquique?. ¿De dónde vamos a sacar los recursos materiales que tanto necesitamos para la reconstrucción de nuestros templos dañados a raíz del terremoto?. ¿Qué hacer frente a la cantidad de Iglesias caídas en el altiplano, en la precordillera?. No lo sé, pero hay que confiar. Lo que yo sé, es que Dios lo va a ser conmigo”.

“Esa es la confianza y confiar es abrazar la cruz. Por eso la confianza es dramática, la confianza se vive en tensión de espera, está profundamente ligada a la virtud de la esperanza, y es una confianza en doble propósito, confiar en Dios de todas maneras, pero también confiar en el hombre, en las personas”.

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