Por:Ricardo Hormazábal Sánchez, abogado y ex senador
Me emocionó leer estas palabras escritas en el título de esta columna, en un cartel, confeccionado artesanalmente, y levantado hace pocos días frente a La Moneda por una de las funcionarias públicas en huelga. Es verdad que quienes me conocen saben que soy Cáncer y provengo del mundo sindical, de modo que tengo una sensibilidad especial frente a acciones como estas.
Pero, como muchos chilenos, más de alguna vez nos hicimos la pregunta si todas las movilizaciones de trabajadores fueron acertadas y, ciertamente podemos discrepar en algunos casos, ya sea porque los fundamentos no nos parecían sólidos o porque surgían soluciones relativamente cercanas y el Bien Común exigía no extremar las acciones.
Pero nadie podría negar que el movimiento sindical chileno mostró su madurez en tiempos duros, siendo ejemplo de unidad, tolerancia y disciplina para no caer en las provocaciones violentas que le servían al dictador para justificar ante algunos chilenos sus abusos. También fue ejemplar su conducta para no perjudicar la transición, postergando legítimas reivindicaciones para afianzar la sociedad democrática para todos.
De los pocos conflictos largos y duros de estos 20 años, recuerdo el del Colegio de Profesores del 2009, con un rol protagónico de dirigentes del PC y de RN, por la denominada “Deuda Histórica”, que generó un clima de tensión social muy elevado en las postrimerías del Gobierno de la Presidenta Bachelet, afectando de paso la candidatura presidencial de Frei, leal defensor de ese Gobierno. A propósito, me surge una pregunta ¿Cuando pagó la deuda el Gobierno de Piñera?
Confieso que lo ignoro, pero debe de haberla pagado, sino, ¿como se explica que el Colegio de Profesores, no haya convocado a jornadas de huelga, si mantiene los mismos dirigentes y el problema era tan agudo? Es un hecho que la existencia de un cambio de época nos ha afectado a todos. La cultura, la economía, las iglesias, los Estados, los partidos, los sindicatos, los centros de alumnos, los medios de comunicación necesitan nuevas respuestas. Pero con los años, la cultura liberal, individualista y la falta de presencia orientadora de entidades culturales y políticas, ha logrado afectar el alma de los trabajadores.
El hecho es que hoy existen 3 centrales sindicales y no se logran superar las diferencias existentes a pesar de que hay más información sobre abusos en los cobros de Isapres, despidos, malas pensiones, usura en la banca, concentración de la riqueza y de los medios de comunicación. Por ello me emocionó el gesto de esa mujer, así como la actitud de los miles de trabajadores públicos que vi marchando los días de la huelga convocada por la ANEF. Porque ahora sí hay razón para tener miedo.
Antes, muchos sabían que los gobiernos concertacionistas no iban a despedir a los trabajadores movilizados. Por supuesto que había jefes abusadores y muchos funcionarios fueron objetos de actos injustos, pero había capacidad de luchar contra ello. La propia Presidenta Bachelet entregó un instructivo sobre el acoso laboral que fue un arma de defensa de los afectados. Por eso, los dirigentes de derecha que existen en el sector público, eran los primeros en salir a las marchas.
Ahora destacan por su ausencia. ¿Miedo? Puede ser, saben de los miles de despidos y de los pedidos de líderes de la derecha de cortar más cabezas en el sector público. ¿Complicidad? Conozco a algunos que son auténticos sindicalistas y no se prestarán para tan grosera violación de los derechos de los trabajadores. Los que conocemos el miedo, sabemos que acciones como las protagonizadas por los trabajadores del sector público requieren de auténtico valor.
También muestran consecuencia en su conducta. La mayoría de los dirigentes de la ANEF son personas políticamente cercanas a La Concertación y no trepidaron en enfrentarse a esos Gobiernos en defensa de lo que consideraban justo. ¿Cuantos abusos e incertidumbres se habrían evitado si el Gobierno anterior hubiese llamado a concurso los 20 mil cargos de plantas que, debidamente financiados, no quiso llenar?
¿Cuantos despidos se podrían evitar en el presente y futuro si los parlamentarios elegidos por sectores no gobiernistas se pusieran firmes en defensa de los derechos de los trabajadores? Llegar a acuerdos en el parlamento es de la esencia de las democracias que funcionan. Pero la democracia se funda en el respeto de los derechos humanos esenciales entre los que se encuentra el derecho al trabajo, de conciencia y opinión.
Como nos recuerda Bobbio, los derechos sociales “obligan al Estado, como representante de la colectividad en su conjunto, a intervenir positivamente en la creación de instituciones adecuadas para hacer posible el acceso a la vivienda, para ejercer un trabajo o para recibir asistencia sanitaria”. Estos derechos tienen una unidad indisoluble con la propia libertad de los ciudadanos. Lo enseña el mismo autor, “una persona instruida es más libre que una inculta; una persona que tiene un empleo es más libre que una desocupada; una persona sana es más libre que una enferma”.
Así como se decidió no aceptar legislar sobre la TV digital hasta que el Presidente vendiera sus acciones de Chilevisión, ¿Por qué no hacer lo mismo hasta que se garantice el empleo de los funcionarios que no son de exclusiva confianza y que se desempeñan con responsabilidad y honestidad en sus puestos? Finalmente, somos muchos los que nos hemos sentido motivados por las enseñanzas del Padre Hurtado, y que estamos concientes de no haberlas seguido en plenitud en todos los ámbitos.
Hoy que se le ha reconocido su condición de Santo, nos atrevemos a felicitar a nuestros amigos sindicalistas por perseverar en el hermoso camino que recorren y recordarles una hermosa lección del santo: “Con la vista fija en un mundo nuevo, los dirigentes deben encaminar su acción a sustituir la actuales estructuras capitalistas, inspiradas en la economía liberal, por estructuras orientadas al Bien Común y basadas en una economía humana*
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