
Profesores ha existido desde que el mundo es mundo. Pero el reconocimiento público en Chile para los esforzados maestros se comenzó a estudiar en el año 1943, cuando se realizó la Primera Conferencia Interamericana de Educación, en Panamá, integrada por educadores de toda América.
En aquella ocasión se decidió establecer el día 11 de septiembre como el Día del Maestro, en honor a Domingo Faustino Sarmiento, profesor argentino, iniciador de la cultura y educación, que había muerto en esa misma fecha, 55 años antes, y había aportado muchísimo a la educación latinoamericana.
En Chile, su actividad en la enseñanza y en el periodismo fue notable. Organizó la primera escuela del magisterio en Sudamérica y publicó artículos en El Mercurio de Valparaíso y en El Progreso de Santiago.
Así, el día 11 de septiembre de 1943, siendo presidente de la República don Juan Antonio Ríos, y Ministro de Educación don Benjamín Claro, se publicó el siguiente decreto: "Se declara "Día del Maestro" el 11 de septiembre. Todos los años en los establecimientos educacionales del país se celebrarán festividades cívicas, veladas y otros actos educativos".
Posteriormente, siendo presidente Eduardo Frei Montalva y Ministro de Educación Juan Gómez Millas, se ratificó el 11 de septiembre mediante la publicación de la Ley Nº 16.662 del año 1967.
Años después, específicamente en octubre de 1974, se fijó el 10 de diciembre como fecha de celebración, en homenaje al Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, quien recibió dicha distinción la misma fecha, pero en el año 1945. No obstante, fue en 1977 cuando quedó fijada la fecha definitiva de celebración en nuestro país, el día 16 de octubre, ya que coincide con la fundación del Colegio de Profesores de Chile.
"Considerando que el Colegio de Profesores de Chile ha solicitado declarar el "Día del Maestro" el 16 de octubre de cada año (que coincide con la fecha de su fundación), y considerando que el mes de Diciembre es inconveniente dado que toda la comunidad escolar se encuentra abocada a actividades propias del término de año, la Junta de Gobierno decreta: (Art 1º:) Declárese Día del Profesor el 16 de octubre de cada año". Actualmente se celebra el día del maestro y del profesor en forma conjunta.
El "maestro primario" que inspiró este día
El argentino Domingo Faustino Sarmiento fue educador, estadista y promotor de la libertad y el progreso. Su trayectoría pedagógica se inició a los catorce años, cuando comenzó a dar clases en una escuela rural - que él mismo habilitó - en la provincia de San Juan (Argentina), donde enseñó a leer y escribir. Esta experiencia y otros estudios le ayudaron a preparar manuales que fueron empleados en Chile y Argentina hasta comienzos del siglo XX, y que apuntaron a reforzar la comprensión de lectura.
Sarmiento fue uno de los intelectuales latinoamericanos más importantes del siglo XIX, y logró desarrollar plenamente sus ideas, convirtiéndolas en realizaciones concretas.
Su interés por los asuntos públicos lo condujo a la presidencia de su país, Argentina; su preocupación por la educación del pueblo se expresó en decisivos aportes para la ampliación y el mejoramiento del sistema público de enseñanza en Chile y Argentina, y, como literato, escribió cincuenta y dos libros, entre ellos su obra más célebre, Facundo, que retrata fielmente la identidad de su patria y sus contradicciones.
Sarmiento nació en un humilde hogar de San Juan, el 15 de febrero de 1811. Su instrucción primaria la recibió en una escuela pública de esa ciudad, donde sus maestros advirtieron su precoz inteligencia. Por lo mismo, intentaron hacerlo ingresar en el Seminario de Córdoba, donde podría desarrollar de mejor forma sus habilidades.
Sin embargo, fracasaron los intentos para que el niño recibiera una educación acorde a su capacidad. Faustino Sarmiento debió completar su formación en forma autodidacta, con extensas lecturas y profundas conversaciones con adultos. ¡A los doce años ya leía y escribía el latín casi a la perfección!.
La relación intelectual con sus tíos puso a Sarmiento en contacto con las ideas liberales, aproximándose a las posiciones de los unitarios bonaerenses, con quienes compartió valores culturales pero no así los excesos del centralismo. En 1829 se integró como teniente al ejército del general José María Paz, quien luchó por imponer la autoridad del gobierno porteño en las provincias del interior, no obstante, la derrota de Chocón frente al caudillo riojano Facundo Quiroga, lo obligó a buscar refugio en Chile.
Al llegar a Chile se empleó en diversos oficios anónimos: como dependiente de una tienda, minero en el Norte Chico y profesor. Muy pronto sus artículos publicados en El Mercurio de Valparaíso le valieron el reconocimiento en los círculos intelectuales, especialmente en asuntos pedagógicos. La publicación de sus primeras obras literarias y la participación en polémicas con intelectuales de peso, como Juan Bautista Alberdi y Andrés Bello, consolidaron su prestigio y le valieron la confianza del gobierno que le encomendó la creación de la Escuela Normal de Maestros, la primera en América Latina.
Entre 1845 y 1848, el gobierno chileno lo envió a Europa y Estados Unidos para estudiar y evaluar distintos posibles modelos de educación primaria para implantar en el país. Durante el viaje se encontró con otros exiliados argentinos, como Bartolomé Mitre, Florencio Varela y Esteban Echeverría.
Luego de la caída del tirano Juan Manuel de Rosas, en febrero de 1852, Sarmiento regresó a Argentina, acompañado de una muy buena reputación y de una sensata propuesta para resolver definitivamente la pugna entre Buenos Aires y las provincias. Ingresó de lleno en la vida política de su país, como servidor público en asuntos educacionales y como legislador en su provincia y en el Senado de la Nación.
Después de cumplir misiones diplomáticas en Chile, Perú y Estados Unidos, en 1868 fue elegido Presidente de la República. Su administración, que se extendió hasta 1874, estuvo marcada por un decidido apoyo a la instrucción pública, por el fomento de la migración europea y por el alivio de la tensión entre las provincias. Terminado su período presidencial, Sarmiento continuó sirviendo a su país desde distintos cargos hasta su muerte en 1888, en Asunción, Paraguay.
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