domingo, febrero 23, 2014

MONS. GUILLERMO VERA, NUEVO OBISPO PARA IQUIQUE

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El papa Francisco ha nombrado a Mons. Guillermo Vera Soto, hasta ahora Obispo de la diócesis de San Juan Bautista de Calama, como nuevo Obispo de Iquique.

La Nunciatura Apostólica en Chile comunica que el Santo Padre Francisco ha nombrado Obispo de la diócesis de Iquique a Mons. Guillermo Vera Soto, hasta ahora Obispo de la diócesis de San Juan Bautista de Calama.

La noticia de dicho nombramiento ha sido publicada a las 12:00 hrs de Roma de este sábado 22 de febrero, y en forma simultánea ha sido informada en Chile a las 08:00 hrs. locales por el portavoz de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro.

Mons. Pablo Lizama Riquelme, Arzobispo de Antofagasta, continuará en el cargo de Administrador Apostólico de Iquique hasta el día en que el nuevo Obispo tome posesión de la Diócesis.

Mons. Guillermo Vera Soto
Mons. Guillermo Patricio Vera Soto nació el 7 de junio de 1958 en la localidad de Isla de Maipo. Cursó su enseñanza primaria y media en el colegio María Regina de Isla de Maipo.

Hizo sus estudios filosóficos y teológicos en el Pontificio Seminario Mayor de Santiago y ha sido ordenado sacerdote el 12 de junio de 1982.

Fue Párroco de la Inmaculada Concepción en Talagante, de la Parroquia de Curacaví y de la Catedral de Melipilla.

El 10 de abril de 2003 el papa Juan Pablo II lo nombró Obispo de la entonces Prelatura territorial de Calama y ha recibido la ordenación episcopal el 31 de mayo del año 2003.

El 20 de febrero de 2010 la Prelatura de Calama ha sido elevada a Diócesis con el nuevo nombre de “San Juan Bautista de Calama” y Mons. Vera Soto ha sido nombrado su primer Obispo.

El 22 de febrero de 2014 el papa Francisco lo ha nombrado Obispo de Iquique.

Saludo a los fieles de Iquique de Monseñor Guillermo Vera Soto

Muy queridos hermanos y hermanas: El Santo Padre el Papa Francisco, me ha nombrado obispo de la Diócesis de la Inmaculada Concepción de Iquique.

Agradezco al Santo Padre la confianza que me manifiesta al llamarme a este servicio, y pido al Señor y a su Bendita Madre, me bendigan para poder ser en medio de ustedes un padre, un hermano, un amigo, un pastor.

Saludo con especial afecto a mis hermanos sacerdotes, primeros colaboradores del obispo; con ustedes quiero formar un presbiterio unido y con renovada fuerza evangelizadora.

Saludo a los queridos hermanos diáconos y sus familias, tan cercanos al corazón del obispo, por su generosa entrega en el servicio de la caridad. A los seminaristas, grata esperanza de esta Iglesia que camina en el desierto.

A las queridas religiosas, mi fraternal saludo y agradecimiento por su presencia siempre tan cercana a la gente, a los más pobres y sus necesidades, mostrando así el rostro maternal de Dios.

A todos los fieles creyentes que han sabido conservar su fe cristiana y católica, como un gran tesoro, con su arraigado amor a la Madre del Cielo, Nuestra Señora del Carmen; mi especial saludo y bendición.

A las estimadas autoridades que, con su generoso trabajo, velan por el bien de toda la comunidad de esta región de Tarapacá, mi saludo y agradecimiento por su servicio.

A todos los queridos ancianos y enfermos, a cuantos viven y trabajan en esta hermosa Región, a cuantos llegan de lejos a trabajar en medio nuestro; mi cariñoso saludo y mi deseo que juntos podamos trabajar por la extensión del reino de Dios en medio nuestro.

Todos somos herederos de una fe que los antepasados nos han legado. Somos deudores del trabajo apostólico de tantos obispos desde Mons. Carlos Labbe hasta Mons. Pablo Lizama actual Administrador Apostólico, de sacerdotes y laicos, que aquí han trabajado con fe y tesón, por hacer que el Evangelio floreciera en el corazón de los habitantes de este desierto. A cada uno de ellos nuestro recuerdo agradecido.

En el hoy de nuestras vidas hemos de continuar la misión de anunciar a Cristo. Toda la Iglesia ha sido convocada a una gran tarea evangelizadora y esta misión les invito a que la asumamos con gran gozo y responsabilidad. Las palabras del Papa Francisco hemos de acogerlas en nuestros corazones, él nos dice: “Recobremos y acrecentemos el fervor, la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas”.

Les invito entonces, hermanos, a que motivados por nuestra fe, no solo “miremos Jesús, sino que miremos desde el punto de vista de Jesús” y así tendremos la certeza que Dios nos mira con cariño, con misericordia, que Él sigue confiando en nosotros, que “Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!”, nos enseña el Papa.

Sí, como Iglesia trabajemos en comunión y con ilusión, con nuestra mirada fija en Jesús, Él no nos deja y confía en que cada uno de nosotros sabremos ser portadores de su amor a todos, especialmente a los más solos y tristes.

Sacerdotes, consagrados, familias, niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, queridos enfermos, sigamos el llamado del Señor, y procuremos que a través de nuestra fe vivida con alegre entrega y fidelidad, muchos otros hermanos y hermanas puedan conocer el amor de Dios en sus vidas.

Les ruego oren por mí, para que pueda ser en medio de ustedes un buen pastor. Desde que supe de mi nombramiento he orado por ustedes, por sus intenciones y para que el Señor nos bendiga a todos, en el trabajo evangelizador que hemos de continuar realizando con renovado fervor.

Dirijo mi mirada y elevo mi corazón hasta la Virgen del Carmen en su santuario de La Tirana, a Ella le pido que nos tome a todos en su brazos y nos muestre siempre al Fruto Bendito de su vientre, Jesús, nuestro Salvador, a quien todos queremos servir.

Les bendigo con cariño.
+ Guillermo Patricio Vera Soto
Obispo electo de la diócesis de la Inmaculada Concepción de Iquique.

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