Gracias
a un proyecto apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria, Fedeleche
encargó un estudio orientado a explorar las oportunidades de asociatividad que
ofrece el sector lechero, con miras a aumentar su competitividad y rentabilidad
frente a las asimetrías del mercado lácteo.
Dado el complejo escenario que vive el sector
lechero, se ha vuelto a mirar a los sistemas asociativos como una alternativa en
el objetivo de combatir las asimetrías del mercado lácteo, que mantienen a
muchos productores apenas sobre la línea de flotación.
Las iniciativas han comenzado a surgir desde
el propio gremio. Tal es el caso de Fedeleche, entidad que en el marco de un proyecto
apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de
Agricultura, encargó un estudio orientado a explorar las oportunidades de
asociatividad que ofrece el rubro, con miras a aumentar su competitividad y
rentabilidad.
“Desde el gremio pretendemos hacer llegar las
ventajas con que cuentan –por su escala– los productores más grandes, a los
medianos y pequeños, que en Chile son la gran mayoría”, explica el presidente
de Fedeleche, Juan Horacio Carrasco.
“La idea es que este segmento pueda
proyectarse competitivamente en el tiempo y seguir en el rubro aprovechando las
grandes ventajas que ofrece la asociatividad en términos de estructura
organizacional, economías de escala, compra de insumos y posición negociadora”,
agrega el titular de la federación lechera. “Estamos seguros que siguiendo este
camino el negocio para el productor mejora sustancialmente”.
Coincidiendo con Carrasco, el representante
zonal sur de FIA, Claudio Soler, sostiene que la asociatividad además de
facilitar las economías de escala y las condiciones de negociación,
“ofrece un espacio para que los productores desarrollen miradas estratégicas
compartidas, apuntando al largo plazo, evitando de esta manera quedar
prisioneros de la coyuntura”.
Soler complementa que la asociatividad
“representa un beneficio para la cadena láctea en su conjunto, que puede
empezar a generar negocios colaborativos que potencien su competitividad en un
contexto de negocios globales”.
El
Recambio
El elegido para liderar la iniciativa es el
destacado investigador y académico Oscar Melo, quien tiene el desafío de volver
a poner el tema en la mesa y dar el puntapié inicial a un proceso que tiene por
objetivo final concretar proyectos asociativos en el corto y mediano plazo. El
primer paso, dice, es lograr que los productores vuelvan a creer en los
esquemas colectivos.
El profesor del Departamento de Economía
Agraria de la Pontificia Universidad Católica sabe que la tarea encomendada no
es fácil, dado que implica derribar paradigmas culturales muy arraigadas en el
agricultor chileno, como su conocida vocación individualista.
No obstante, Melo comenta que una variable
que está incidiendo favorablemente es el nivel de preparación de los nuevos
líderes, quienes gracias a su formación universitaria “están incorporando a los
campos nuevos enfoques de gestión, conocimiento de mercado y se muestran
abiertos a la utilización de tecnologías de vanguardia”.
“Aquella generación de agricultores que marcó
por años el devenir de la actividad, hoy está dando paso al recambio
generacional, entregando el manejo de sus campos a hijos o nietos que se han
formado en profesiones vinculadas al campo, como agronomía o veterinaria, o
bien en gestión y administración, y conocen las ventajas de trabajar de forma
asociada”.
En esta misma línea, Carrasco comenta que
desde Fedeleche “hemos iniciado la promoción de jóvenes líderes lecheros en las
asociaciones regionales, bajo el principio que la asociatividad tanto gremial
como productiva-comercial es una gran alternativa para obtener mejores
resultados para las lecherías”.
Si bien el tránsito hacia enfoques de gestión
modernos parece inevitable, Oscar Melo advierte que este proceso se irá dando
de forma paulatina, dado que aún existe mucha resistencia por parte de los “viejos”
en cuanto a empoderar a sus respectivos relevos. “Esto es natural, toda vez que
estos agricultores veteranos después de trabajar duro durante 50 años, se
encuentran en una etapa donde valoran ante todo la seguridad, y cualquier
cambio radical aparece como una amenaza que podría arrebatarles la paz en el
cénit de sus vidas”.
“Tenemos claro que esta toma de conciencia no
será de un día para otro”, agrega el investigador, “por eso nosotros planteamos
que el tránsito hacia esquemas asociativos debe ser gradual, dependiendo del
estado de desarrollo en que se encuentre cada productor. Asimismo, creemos que
los grupos de transferencia tecnológica (GTT) pueden jugar un rol fundamental,
como instancias de encuentro, conocimiento y generación de confianzas”, señala.
Finalmente, Oscar Melo explica que los
objetivos de un proyecto asociativo pueden ser diversos, y van desde lo más
simple, como asociarse para comprar insumos o recibir asesoría técnica, a
estructuras altamente complejas que pueden derivar, por ejemplo, en empresas de
integración vertical, como lo es la emblemática Colún.
Al respecto, Carrasco aclara que “con nuestro
proyecto estamos partiendo desde lo más básico, que es lograr asociatividad
horizontal. Una vez que la cultura de los productores evolucione e internalice
el concepto asociativo, podríamos emprender iniciativas más sofisticadas, como
lo es la integración vertical”.
#Iquique
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