Opinión: Jorge
Mas Figueroa
Presidente
Cámara Chilena de la Construcción
No solo titularidad sindical y fin de reemplazo en huelga
incluye la reforma laboral. También propone ampliar la negociación colectiva a
trabajadores contratados por obra o faena, lo que refleja un profundo
desconocimiento de la realidad de la construcción y, para peor, asestará un durísimo
golpe a las pequeñas y medianas empresas (PYME) del sector.
De hecho, una primera característica de esta industria es
que solo el 19% de su fuerza laboral se desempeña en grandes empresas, con más
de 200 trabajadores. El 81% restante lo hace en PYME (37%),
microemprendimientos (36%) y microempresas (8%), las que en su mayoría actúan como
subcontratistas: desarrollan una función específica –obra o faena– y por un
tiempo acotado –no más de seis meses– dentro de un proyecto.
Cualquiera sea el tamaño de la empresa, lo normal es que
para adjudicarse un trabajo estime y comprometa previamente un precio y un
plazo para su ejecución, condiciones que luego no puede modificar. Y solo en
caso de que se adjudique dicho contrato, comienza a incorporar los trabajadores
requeridos para esa obra o faena, proceso durante el cual éstos fijan sus
condiciones laborales en una negociación individual con el empleador.
Gracias a este sistema, durante el período 2004-2014 las
remuneraciones en la construcción aumentaron 55%, lo que se compara muy
favorablemente con el 33% de la economía nacional.
¿Qué pasará si se amplía la negociación colectiva a
trabajadores por obra o faena tal como propone la reforma laboral? Después de
que los trabajadores hayan sido contratados, y siempre que sumen ocho o más,
podrán formar un sindicato al interior de la empresa o afiliarse a un sindicato
interempresa y tendrán la posibilidad de volver a negociar, esta vez
colectivamente, aun cuando la labor que realicen sea de corta duración.
El empleador estará obligado a negociar nuevas
condiciones laborales bajo la presión de cumplir lo que comprometió con el
mandante. Además, si su contraparte es un sindicato interempresa, es probable que
le impongan un “tarifado” o tarifa única por especialidad, independiente de la
realidad económica particular de su empresa. En consecuencia, cada PYME que realiza
una obra o faena podría verse enfrentada a este proceso y en cada proyecto podrían
sucederse múltiples negociaciones colectivas.
Esta situación afectará la actividad de la construcción
en su conjunto. Porque además de tener que lidiar con la titularidad sindical y
el fin del reemplazo en huelga, los mandantes verán retrasarse la ejecución de
sus proyectos y, por ende, sus planes de inversión se volverán más inciertos. Y
lo mismo ocurrirá con las grandes constructoras –pese a que la mayoría ya
cuenta con sindicatos y tienen mejor capacidad de adaptación–, las que
probablemente internalizarán especialidades que subcontratan y sustituirán mano
de obra.
Las PYME de la construcción, en tanto, enfrentarán muchos
más riegos al participar en licitaciones en que no pueden estimar con certeza sus
costos laborales y tendrán serios problemas si éstos les aumentan cuando estén
cumpliendo un contrato que, como se dijo, es muy difícil de modificar. Súmese
que tendrán menos oportunidades de negocios –por la internalización de oficios
que harán las grandes empresas– y el resultado es que irán quedando progresivamente
fuera de mercado, pudiendo algunas incluso desaparecer.
Hoy, en el marco de posibles cambios a la reforma
laboral, se habla de proteger a las PYME y de que cuenten con los resguardos
necesarios para operar y desarrollarse. Por lo mismo, hacemos un llamado a las
autoridades a que las indicaciones que ingresen al proyecto sean sustanciales y
garanticen la protección de las pequeñas y medianas empresas.
#Iquique
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