El
comienzo de 2016 nos encuentra en un punto paradójico y trascendental.
Por una parte, la aprobación de la ley de
gratuidad sintetiza un proceso de logros históricos del Gobierno que sintonizan
con lo medular de nuestro ideario político y social en la lucha contra la
desigualdad y contra los privilegios.
Por otra parte, no hemos logrado revertir los
nefastos efectos de la crisis de corrupción, que ha golpeado a la política en
general, pero también ha afectado la popularidad del Gobierno. Ante las
dificultades, prima demasiado la incapacidad de discriminar entre lo importante
y lo accesorio, privilegiando muchas veces el interés o la posición personal,
aún a costa de dañar lo colectivo. Ante este nudo, no tenemos opción, debemos
reaccionar.
Estimo que como PS, debemos retomar juntos la
iniciativa sobre la base de tres ejes principales: el orgullo y la evaluación
de lo realizado; segundo, la lealtad con la Presidenta y con nuestra agenda de
cambios, y por último, la responsabilidad de avanzar con gradualidad, y
garantizando la continuidad de la coalición.
Orgullo
Quiero ser sincero. Estoy cansado de ver a
los nuestros con caras avergonzadas y cabisbajas cuando enfrentamos a nuestros
amigos y familiares al hablar del Gobierno. Estoy cansado que se enfatice sólo
en los problemas y no se ponga el acento en la importancia profunda del
conjunto de transformaciones que estamos impulsando.
Las dificultades y errores han sido muchos,
es necesario reconocerlo. Pero esto no justifica que en nuestro discurso
predomine la autoflagelación al nivel que se observa ahora.
Si comparamos nuestros problemas con la
enormidad de la tarea realizada, la brecha es gigantescas. Acostumbrados como
estuvimos a transitar en la comodidad de una mayoría de la opinión pública a
nuestro favor, es necesario más temple que nunca para navegar en la crisis.
Por eso les digo compañeros y compañeras, ¿no
es objeto de orgullo que cientos de miles de estudiantes y sus familias tendrán
educación gratuita a partir de este año? Estamos cambiando de raíz la
arquitectura del sistema heredado por la Dictadura.
¿No es objeto de orgullo haber logrado el
Acuerdo de Unión Civil, la reforma al binominal o el fin del binominal, una
Reforma Tributaria que nos permite financiar las políticas sociales de avanzada
que estamos impulsando, la ley de Inclusión Escolar, la ley Ricarte Soto y los
importantes avances en materia energética, por mencionar sólo algunos de los
más importantes.
¿No es objeto de orgullo haber iniciado
también un proceso constituyente, para gestar una Nueva Constitución en
democracia, con la participación de los ciudadanos, para que todo Chile
construya y acuerde la manera que como país enfrentamos los desafíos del
futuro?
¿Acaso estas materias no debiesen hacer
valorar lo propio, lo realizado, hacernos sentir un profundo orgullo por las
transformaciones que estamos impulsando?
En mi opinión, la fuerza para haber logrado
todo esto ha surgido nace de una convicción profunda de todos nosotros y la
posibilidad de seguir avanzando se sustenta en el orgullo por lo realizado.
Lealtad
Creo también que con la misma fuerza debemos
reafirmar la lealtad con la Presidenta y el Gobierno, y nuestro programa de
transformaciones, que se alimenta de estas convicciones y se basa en el
compromiso que hemos contraído con la gente.
La buena política, la política que los
chilenos esperan es una que cumpla con sus compromisos, y estamos aquí y somos
Gobierno porque nos comprometimos con el país para concretar un programa de
cambios. Nadie dijo que iba a ser fácil. Pero es sobre todo en estos momentos
en que debemos reforzar la confianza y el apoyo mutuos, así como lealtad común
con el Gobierno y con su liderazgo. No tenemos excusas para lo contrario.
Es cierto, hoy solo el 25% de los chilenos
según las encuestas respalda al Gobierno. Pero también es así porque nuestra
Presidenta estuvo disponible para poner su capital político al servicio de esta
agenda de cambios.
Sabíamos que iba a ser difícil, sabíamos que
los intereses afectados por las reformas profundas que estábamos impulsando
iban a reaccionar. Lo sabíamos y la Presidenta lo sabía. Aún así, nuestra
compañera, la Presidenta de la República, escuchó nuestro llamado para liderar
este proceso, lo hizo sin cálculos pequeños, en un momento en que todos se lo
pedimos a gritos, porque sin ella, nuestras posibilidades de avanzar eran
mínimas.
Hoy, cuando el viento está en contra, más que
nunca debemos cerrar filas, ser coherentes, valientes y leales y darle el
respaldo que merece.
Unidad
y Responsabilidad para cumplir
Estamos en la mitad del Gobierno, hemos hecho
mucho, pero queda mucho por hacer. Todo el Gobierno, sin excepción ya lo ha
declarado: seguiremos adelante, pero sin ceguera, con gradualidad y
considerando sin duda el cambio de las circunstancias. Avanzar y cumplir con
los chilenos no significa hacerlo con irresponsabilidad.
La economía está creciendo menos de lo
esperado, hemos vivido una crisis política severa por los casos de corrupción
que han minado a niveles extremos la confianza de los ciudadanos, y hemos visto
que nuestro Estado no soporta cambios tan profundos con tanta rapidez y de
manera tan simultánea.
Pero la responsabilidad, el buen criterio, no
es sinónimo ni debe serlo de abandono o de renuncia. La responsabilidad es para
cumplir mejor: ¡que no se use como excusa para dirimir nuestros compromisos ni
para abandonar nuestras promesas!
En este sentido creo que hay dos elementos
centrales que debemos acentuar para el período que viene: El primero, es que
como socialistas debemos reinstalar una preocupación y una iniciativa orientada
a fortalecer el crecimiento económico del país. Esto implica sumar a los
derechos por los que luchamos, un componente esencial: una política progresista
no puede desatender las prioridades de crecimiento del país. El compromiso
genuino del PS por aumentar el potencial del crecimiento de la economía es
fundamental porque es ese crecimiento el que le da sustento a las políticas
sociales de avanzada que estamos impulsando. El crecimiento económico es y debe
ser el centro de atención de la mirada progresista del país.
El segundo es que el PS debe reinstalarse
como el eje articulador de la Nueva Mayoría, que asegure y luche por la unidad
de la coalición como una convergencia histórica entre el centro y la izquierda:
sólo de esta manera aseguraremos también, no sólo estabilidad y gobernabilidad,
sino también la base de una mayoría social y política que consolide los
cambios.
Compañeros, el PS tiene hoy una
responsabilidad política que no puede eludir. Pero esa responsabilidad tiene
dos componentes que no se pueden anular uno al otro.
Debemos en primer preservar la unidad y
viabilidad de la coalición. Pero a su vez debemos asegurar el cumplimiento
responsable de nuestros compromisos con el país.
Los cambios que estamos concretando van a
quedar en la historia de Chile, no tengo ninguna duda. En el futuro no se
hablará de las pequeñeces del momento, no será el resultado de las encuestas de
hoy lo que perdurará. Será el Gobierno el que habrá generado una inflexión en
la lucha contra la desigualdad, con una Reforma Tributaria que financia
políticas sociales de avanzada, será recordado como el Gobierno que restauró la
educación como un derecho, aquel que hizo la reforma que dijo que donde antes
había un negocio hoy hay un derecho social garantizado por el Estado, y será
también el Gobierno que habrá iniciado un proceso trascendental en la historia
de Chile como lo es la puesta en marcha del proceso constituyente para lograr
una nueva Constitución en democracia por primera vez en la historia republicana
de nuestro país.
Volvamos por un segundo al 2010, al 2011, al
2012, al 2013, con una Concertación en crisis, carente de proyectos y de sentido
de futuro, con una Concertación que enfrentaba a un Gobierno de derecha, que
impulsaba políticas muy distintas a las que nosotros habíamos empujado y
comprometido con los casi 20 años que gobernamos de la Concertación.
Fuimos nosotros, los partidos que hoy
integran a la Nueva Mayoría, este partido en particular, quien demandó el
liderazgo de la Presidenta de la República, quien le pidió volver a Chile para
encabezar un proyecto transformador. Eso nos permitió un triunfo presidencial,
pero también una histórica mayoría parlamentaria y un programa de auténticos y
genuinos cambios. Estamos avanzando en construir el Chile que soñamos, vale la
pena seguir en esta pelea. Es cierto reitero, que hemos cometido errores, pero
también detrás de esa imputación de que todo está mal hecho, de que todo se
hizo improvisadamente se esconde la pretensión de afinar estos cambios.
Tenemos una enorme responsabilidad
particularmente los socialistas en la restauración de la confianza de los
ciudadanos, no va a ser ese un proceso de un día, será largo, difícil y duro.
Por eso es que tenemos la responsabilidad de hacer los cambios que tenemos por
delante con sentido de futuro, pensando en el largo plazo pero sobre todo con
unidad, con lealtad, con convicción, y con orgullo por las profundas
transformaciones que estamos realizando.
Muchas gracias.
#Iquique
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