sábado, enero 09, 2016

Discurso del ministro Marcelo Díaz en el Pleno del Comité Central del Partido Socialista

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El comienzo de 2016 nos encuentra en un punto paradójico y trascendental.

Por una parte, la aprobación de la ley de gratuidad sintetiza un proceso de logros históricos del Gobierno que sintonizan con lo medular de nuestro ideario político y social en la lucha contra la desigualdad y contra los privilegios.

Por otra parte, no hemos logrado revertir los nefastos efectos de la crisis de corrupción, que ha golpeado a la política en general, pero también ha afectado la popularidad del Gobierno. Ante las dificultades, prima demasiado la incapacidad de discriminar entre lo importante y lo accesorio, privilegiando muchas veces el interés o la posición personal, aún a costa de dañar lo colectivo. Ante este nudo, no tenemos opción, debemos reaccionar.

Estimo que como PS, debemos retomar juntos la iniciativa sobre la base de tres ejes principales: el orgullo y la evaluación de lo realizado; segundo, la lealtad con la Presidenta y con nuestra agenda de cambios, y por último, la responsabilidad de avanzar con gradualidad, y garantizando la continuidad de la coalición.

Orgullo
Quiero ser sincero. Estoy cansado de ver a los nuestros con caras avergonzadas y cabisbajas cuando enfrentamos a nuestros amigos y familiares al hablar del Gobierno. Estoy cansado que se enfatice sólo en los problemas y no se ponga el acento en la importancia profunda del conjunto de transformaciones que estamos impulsando.

Las dificultades y errores han sido muchos, es necesario reconocerlo. Pero esto no justifica que en nuestro discurso predomine la autoflagelación al nivel que se observa ahora.

Si comparamos nuestros problemas con la enormidad de la tarea realizada, la brecha es gigantescas. Acostumbrados como estuvimos a transitar en la comodidad de una mayoría de la opinión pública a nuestro favor, es necesario más temple que nunca para navegar en la crisis.

Por eso les digo compañeros y compañeras, ¿no es objeto de orgullo que cientos de miles de estudiantes y sus familias tendrán educación gratuita a partir de este año? Estamos cambiando de raíz la arquitectura del sistema heredado por la Dictadura.

¿No es objeto de orgullo haber logrado el Acuerdo de Unión Civil, la reforma al binominal o el fin del binominal, una Reforma Tributaria que nos permite financiar las políticas sociales de avanzada que estamos impulsando, la ley de Inclusión Escolar, la ley Ricarte Soto y los importantes avances en materia energética, por mencionar sólo algunos de los más importantes.

¿No es objeto de orgullo haber iniciado también un proceso constituyente, para gestar una Nueva Constitución en democracia, con la participación de los ciudadanos, para que todo Chile construya y acuerde la manera que como país enfrentamos los desafíos del futuro?

¿Acaso estas materias no debiesen hacer valorar lo propio, lo realizado, hacernos sentir un profundo orgullo por las transformaciones que estamos impulsando?
En mi opinión, la fuerza para haber logrado todo esto ha surgido nace de una convicción profunda de todos nosotros y la posibilidad de seguir avanzando se sustenta en el orgullo por lo realizado.

Lealtad
Creo también que con la misma fuerza debemos reafirmar la lealtad con la Presidenta y el Gobierno, y nuestro programa de transformaciones, que se alimenta de estas convicciones y se basa en el compromiso que hemos contraído con la gente.

La buena política, la política que los chilenos esperan es una que cumpla con sus compromisos, y estamos aquí y somos Gobierno porque nos comprometimos con el país para concretar un programa de cambios. Nadie dijo que iba a ser fácil. Pero es sobre todo en estos momentos en que debemos reforzar la confianza y el apoyo mutuos, así como lealtad común con el Gobierno y con su liderazgo. No tenemos excusas para lo contrario.

Es cierto, hoy solo el 25% de los chilenos según las encuestas respalda al Gobierno. Pero también es así porque nuestra Presidenta estuvo disponible para poner su capital político al servicio de esta agenda de cambios.

Sabíamos que iba a ser difícil, sabíamos que los intereses afectados por las reformas profundas que estábamos impulsando iban a reaccionar. Lo sabíamos y la Presidenta lo sabía. Aún así, nuestra compañera, la Presidenta de la República, escuchó nuestro llamado para liderar este proceso, lo hizo sin cálculos pequeños, en un momento en que todos se lo pedimos a gritos, porque sin ella, nuestras posibilidades de avanzar eran mínimas.

Hoy, cuando el viento está en contra, más que nunca debemos cerrar filas, ser coherentes, valientes y leales y darle el respaldo que merece.

Unidad y Responsabilidad para cumplir
Estamos en la mitad del Gobierno, hemos hecho mucho, pero queda mucho por hacer. Todo el Gobierno, sin excepción ya lo ha declarado: seguiremos adelante, pero sin ceguera, con gradualidad y considerando sin duda el cambio de las circunstancias. Avanzar y cumplir con los chilenos no significa hacerlo con irresponsabilidad.

La economía está creciendo menos de lo esperado, hemos vivido una crisis política severa por los casos de corrupción que han minado a niveles extremos la confianza de los ciudadanos, y hemos visto que nuestro Estado no soporta cambios tan profundos con tanta rapidez y de manera tan simultánea.

Pero la responsabilidad, el buen criterio, no es sinónimo ni debe serlo de abandono o de renuncia. La responsabilidad es para cumplir mejor: ¡que no se use como excusa para dirimir nuestros compromisos ni para abandonar nuestras promesas!

En este sentido creo que hay dos elementos centrales que debemos acentuar para el período que viene: El primero, es que como socialistas debemos reinstalar una preocupación y una iniciativa orientada a fortalecer el crecimiento económico del país. Esto implica sumar a los derechos por los que luchamos, un componente esencial: una política progresista no puede desatender las prioridades de crecimiento del país. El compromiso genuino del PS por aumentar el potencial del crecimiento de la economía es fundamental porque es ese crecimiento el que le da sustento a las políticas sociales de avanzada que estamos impulsando. El crecimiento económico es y debe ser el centro de atención de la mirada progresista del país.

El segundo es que el PS debe reinstalarse como el eje articulador de la Nueva Mayoría, que asegure y luche por la unidad de la coalición como una convergencia histórica entre el centro y la izquierda: sólo de esta manera aseguraremos también, no sólo estabilidad y gobernabilidad, sino también la base de una mayoría social y política que consolide los cambios.

Compañeros, el PS tiene hoy una responsabilidad política que no puede eludir. Pero esa responsabilidad tiene dos componentes que no se pueden anular uno al otro.

Debemos en primer preservar la unidad y viabilidad de la coalición. Pero a su vez debemos asegurar el cumplimiento responsable de nuestros compromisos con el país.

Los cambios que estamos concretando van a quedar en la historia de Chile, no tengo ninguna duda. En el futuro no se hablará de las pequeñeces del momento, no será el resultado de las encuestas de hoy lo que perdurará. Será el Gobierno el que habrá generado una inflexión en la lucha contra la desigualdad, con una Reforma Tributaria que financia políticas sociales de avanzada, será recordado como el Gobierno que restauró la educación como un derecho, aquel que hizo la reforma que dijo que donde antes había un negocio hoy hay un derecho social garantizado por el Estado, y será también el Gobierno que habrá iniciado un proceso trascendental en la historia de Chile como lo es la puesta en marcha del proceso constituyente para lograr una nueva Constitución en democracia por primera vez en la historia republicana de nuestro país.

Volvamos por un segundo al 2010, al 2011, al 2012, al 2013, con una Concertación en crisis, carente de proyectos y de sentido de futuro, con una Concertación que enfrentaba a un Gobierno de derecha, que impulsaba políticas muy distintas a las que nosotros habíamos empujado y comprometido con los casi 20 años que gobernamos de la Concertación.

Fuimos nosotros, los partidos que hoy integran a la Nueva Mayoría, este partido en particular, quien demandó el liderazgo de la Presidenta de la República, quien le pidió volver a Chile para encabezar un proyecto transformador. Eso nos permitió un triunfo presidencial, pero también una histórica mayoría parlamentaria y un programa de auténticos y genuinos cambios. Estamos avanzando en construir el Chile que soñamos, vale la pena seguir en esta pelea. Es cierto reitero, que hemos cometido errores, pero también detrás de esa imputación de que todo está mal hecho, de que todo se hizo improvisadamente se esconde la pretensión de afinar estos cambios.

Tenemos una enorme responsabilidad particularmente los socialistas en la restauración de la confianza de los ciudadanos, no va a ser ese un proceso de un día, será largo, difícil y duro. Por eso es que tenemos la responsabilidad de hacer los cambios que tenemos por delante con sentido de futuro, pensando en el largo plazo pero sobre todo con unidad, con lealtad, con convicción, y con orgullo por las profundas transformaciones que estamos realizando.

Muchas gracias.
#Iquique

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