Cornelia
Sonnenberg, Gerente general Cámara Chileno-Alemana de Comercio e Industria –
CAMCHAL
Siempre hace bien salirse de alguna manera de
las trincheras habituales y tomar distancia de los complejos detalles del día a
día. Y aunque no haya sido justamente un viaje de vacaciones, la posibilidad de
participar como Gerente General de CAMCHAL en el encuentro mundial de las
Cámaras alemanas en Berlín hace una semana atrás, me dio uno de estos respiros
mentales que hacen tanta falta.
Más de 300 representantes de las 120 oficinas
de cámaras de comercio e industria que existen en 90 países del mundo para
apoyar a la industria alemana en sus actividades globales y promover el
intercambio bilateral de productos, servicios, tecnologías y conocimiento se
reunieron para enterarse de las últimas tendencias del desarrollo económico
internacional y, por sobre todo, de los desafíos y oportunidades que implica la
revolución industrial y digital actualmente en curso. Fueron 3 días de
discusión con empresarios, autoridades públicas, gremios y académicos quienes
aportaron miradas distintas que al volver a Chile, me siguen rondando la
cabeza.
¿Cómo lograremos acá en Chile levantar la
cabeza para enfocarnos en el futuro y definir los pasos que urgentemente
deberían darse? ¿Cómo preparamos el país y su gente para enfrentar los
tremendos cambios que se vienen con una velocidad nunca antes vista? ¿Cómo
lograr un diálogo constructivo y auténtico de todos los actores relevantes en
temas como crecimiento, cambios tecnológicos, contenidos de educación y
formación, nuevos modelos de negocio sustentables?
¿Cómo construir visiones compartidas entre
gobierno, empresariado y trabajadores, entre mundo privado y público?
El año de la productividad declarado por el
gobierno podría dar un tremendo paraguas para una discusión constructiva, si se
entiende que sin mejora de la productividad no hay competitividad, no hay
crecimiento sustentable y por ende no habrá progreso social ni mejora en la
vida de la gente.
El hecho de que la productividad haya sido
tomada con fuerza también por el lado gremial, nos asegura que existan las
bases para una iniciativa público-privada amplia y nacional. Con ello tendríamos
la base para lo que en Alemania llamamos “Pactos País”, grandes acuerdos con
visión de país en los cuáles se fijan las líneas gruesas de esfuerzo común
hacia un objetivo compartido.
Por ejemplo, a nivel nacional el “Pacto Pro
Investigación e Innovación” que acompaña la Estrategia de Alta Tecnología
alemana o el recientemente renovado “Pacto por la educación” en Bavaria, una
instancia en la que de manera público-privada, gobierno y empresarios fijan las
líneas de desarrollo y fomento de la educación y capacitación, asegurando que
los contenidos del aprendizaje en todas las etapas del sistema educativo estén
acordes a los desarrollos tecnológicos del futuro.
¿Será soñar demasiado si buscáramos aún en
este año de la productividad en Chile un “Pacto por la formación técnica” que
permita que se sientan juntos el mundo empresarial, estudiantil y sindical con
el gobierno y que se integraran diversas iniciativas como, por ejemplo, “Mejora
la técnica” para fijar las líneas de un trabajo mancomunado que asegure que
este ámbito de la formación que determina prácticamente el futuro de la mitad
de nuestros jóvenes se transforme en el campo fértil de una nueva manera de
construir juntos un Chile mejor para todos?
#Iquique
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