
El calendario parecía que se había detenido en Santiago Humberstone este domingo 19 de Noviembre. Una serie de actividades culminaban con un encuentro social y familiar, recordando esos viejos tiempos que con seguridad muchos querían retener en la retina y en la mente al estar en el lugar, que quizás los vio nacer, jugar, ir a la escuela, y también integrar las brigadas que allí existieron.
Las casas fueron “virtualmente tomadas” por los pampinos de ayer para reencontrarse con la familia, los amigos y vecinos de entonces, se alegraron de recibir estos singulares visitantes que llegaron con sus mujeres, hijos, nietos, y a lo mejor biznietos. Se jugó a la rayuela “larga y corta”, los asados familiares no se hicieron esperar, el rico mote con huesillos heladito se vendía en la plaza para “servir y llevar”. El hotel recibió en un almuerzo grato y alegre a las autoridades y amigos que allí se encontraban; las dependencias del mismo en gran parte vacías pero remodeladas, parecían conversar con los visitantes y hablarles de quienes ocuparon sus dependencias en los momentos de prosperidad del oro blanco; Los guardias nos dejaban tomar fotos diciéndonos amablemente que no estaban autorizados para dejar entrar a nadie, pero hacemos una excepción solamente con “ustedes”.
La iglesia se llenó de fieles, con una misa presidida por el padre Juan María Tamblais, y el coro impecable del maestro Sembler. El padre Tamblais, el mismo quien fuera director de Radio León XVIII, que cerrara sus transmisiones un día de 1982 en
El mercado como en los viejos tiempos se abrió, sus locales que antes expendían alimentos, hoy vendían recuerdos, artesanía, sombreros y gorros para capear el sol, un niño con un gato tiernamente en sus brazos compartía la pileta que por ese día estaba sin agua. La plaza llena de gente, algunos de ellos vestidos a la usanza de los años gloriosos, bailaban al compás de los sones de un grupo musical que entonaba canciones como “En Mejillones yo tuve un amor” y tantas otras que cantó José Bohr, un cantante y actor argentino avecindado en nuestro país, ya fallecido. En primera fila el alcalde Augusto Smith, el presidente de
El Teatro juntaba amigos como Enrique Fernández y César Contreras quienes recordaban que entre los años 20 y 30, allí se exhibían películas en blanco y negro mexicanas y argentinas, porque los adultos de entonces no tenían mucha educación, no sabían leer en su mayoría y no podían llevarse al lugar filmes en inglés con subtítulos en español. Que allí, aparte de la platea están como mudos testigos los palcos vacíos que entonces tenían sillones preciosos para los ejecutivos de la compañía salitrera.
Fue un lindo día para vivir y recordar gratos momentos allí vividos, porque como alguien dijo “recordar es volver a vivir, es volver a soñar”.
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