Héctor Lizana Durán es un artista multifacético, pinta, dibuja, escribe. De andar pausado y hablar nítido y parsimonioso es un comunicador por excelencia. Ha recorrido gran parte del mundo con su arte, y ha escrito libros en todos los países que ha vivido, algunos de ellos los ha traducido para editarlos en nuestro país. Parece ser que su colección de cuentos “La gente Inacabada”, que ya tiene una segunda versión en Chile, y particularmente en Iquique es su regalona, pero no es así, también ha recopilado el arte de la pintura y fotografía de otros artistas para disfrutarlos en su galería de arte virtual www.tierradegeoglifos.cl .
Por: Bernardo Yañez Stumptner
También como buen patiperro que vivió muchos años en Brasil, da clases de portugués, y se da tiempo para pintar cuerpos desnudos, que fuera una de sus grandes exposiciones hace un tiempo en una galería que tuvo lugar en cuatro módulos de Zofri S.A..
Dice estar siempre haciendo cosas, promoviendo actividades, gestor de cultura, en todos los ámbitos sin egoísmos, ya que las comparte con los amigos a quienes siempre recibe con un buen vaso de vino. Se inicia en Santiago en donde escribía para el diario del Liceo Barros Borgoño, después a los 18 años ingresa a un curso de arte libre, escultura en cerámica, estudio filosofía en la Universidad de Chile, estudió croquis al aire libre, diseños sobre desnudos los que no ha abandonado como manifestamos anteriormente.
Espera el 2007 publicar más libros, seguir con la colección de cuentos de “ La Gente Inacabada”. Nos cuenta que estuvo escribiendo durante diez años un libro que nunca terminó de escribirlo porque se le perdió cuando llegó a Chile producto de una enfermedad que sufrió en Brasil, graciosamente dice que quedó en un computador que también se perdió (ríe), lo toma con andina al decir que se quedó en el camino una novela interesantísima. Hace un tiempo escribió en nuestra ciudad “El amor de carnaval”, “La presidencial cerca de la tierra”, “De ángeles y caídos” y otro que se llama “Resurrección”.
El tiempo es corto, pero como nos conocemos mucho tiempo con este artista, un poco artesanal, otro poco callejero, nos queda la sensación que para “estrujarlo”, necesitamos mínimo tres horas. Otra vez será.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario