martes, diciembre 05, 2006

SIXTO GARCIA EL "SAN PEDRO" DE CAMIÑA

Sixto García, no solamente es el “San Pedro” de la bella comuna de Camiña, claro, porque es el dueño de las llaves de esa comuna que tiene como eslogan “el paraíso terrenal”, una frase que acuñó junto a funcionarios de esa comuna hace unos años, cuando pretendían mostrar turísticamente ese hermoso valle, que es acogedor, con varios microclimas según nos explica, y que permite cultivar y producir, cebollas, ajos, choclos (los más ricos de Chile, según García), y otros productos que se han exportado a Europa con gran éxito por su calidad y sabor.

Este profesor de enseñanza básica, con dos post grados y estudios en la Universidad de Tarapacá, está casado hace 25 años, tiene solamente un hijo de 21 años, por lo que los amigos lo molestan que salió un poco “apretado” para tener descendencia, por lo que sonríe y dice que espera que su hijo que es estudiante universitario, algún día lo haga abuelo pero de varios nietos a fin de recuperar con él el terreno perdido, pero no abriga muchas esperanzas porque hasta aquí está preocupado de sus estudios.

Se siente muy cómodo en sus funciones, y con mucho orgullo nos cuenta anécdotas como la de un oficial de carabineros quien asistió a una de las celebraciones típicas de su comuna se comió once choclos con mantequilla y queso, porque eran los más ricos que había comido en todo el país, además ni siquiera almorzó, claro dice sonriendo, quien va a tener deseos de almorzar después de una docena de choclos.

Al terminar su versión número ocho de la Farcam, nos dice que mantener las costumbres ancestrales ha sido un permanente trabajo de la comunidad, que obviamente se van perdiendo en la medida que los jóvenes no tengan interés de cuidar la historia. Al preguntarle por cuantos años tiene Camiña, nos habla de siglos, y de la belleza de los dos cerros que encierran el lugar completamente distintos el uno del otro.

Dice que Camiña vivió una fiesta de 48 horas, en donde no faltó la muestra gastronómica, las rogativas tradicionales aymaras, las danzas y cantos de los más antiguos del pueblo, el color y calor de los bailarines de cada una de las comarcas, que se presentaron en la plaza para estar presentes en esta fiesta anual. Los bailarines de “tinku y tobas” competían entre ellos mostrando la gallardía y color de sus trajes, la belleza de sus bailes y danzas, el tradicional sacrificio del cordero para pedir que la cosecha no falle, que sea mejor que la anterior, el mismo alcalde sumado a esta fiesta como un integrante más de sus ritos ancestrales, y el calor que le brindaban los habitantes de esa tierra generosa, cálida, amistosa que turisticamente en 48 horas nos mostró una linda fiesta.

Por último nos manifiesta su preocupación por restaurar el templo destruido por el terremoto, pero eso cuesta $ 300 millones, y como no hay minería en el sector, no es posible que las mineras ayuden a recuperarlo.

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