miércoles, agosto 04, 2010

MONSEÑOR MARCO ORDENES PRESIDIÓ EUCARISTÍA EN DÍA DEL PÁRROCO


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En Capilla Nuestra Señora de Fátima.
Con la presencia del obispo de la Diócesis de Iquique, monseñor Marco Ordenes Fernández, sacerdotes, diáconos y el párroco de la Comunidad Espíritu Santo, padre Franklin Luza Zañartu se celebró el día del párroco en Iquique.

En su homilía el obispo dijo que "la Iglesia Católica celebra hoy el Día del Párroco, en la festividad de San Juan María Vianney, el cura de Ars, modelo de vida de los consagrados. Con sus virtudes y defectos, estos sacerdotes son los referentes de sus ciudades y barrios. En muchos lugares son considerados artífices del desarrollo comunitario".

Por su parte Franklin Luza, parroco de la Comunidad Espíritu Santo, mencionó que "en las comunidades el párroco es sin dudas el principal referente para impartir el consejo del pastor. A sus oídos llegan todas las preocupaciones espirituales y hasta las necesidades materiales de la feligresía".

Los párrocos son los colaboradores directos de los obispos y son destinados a las parroquias para ser guía espiritual de la feligresía. A ellos se les encomienda una porción de la Iglesia llamada parroquia, donde están convocados a hacer llegar la Buena Nueva y orientar a sus miembros hacia el reino de Dios.

A lo largo de la historia estos sacerdotes siempre estuvieron presentes para responder al pueblo en sus necesidades. Algunos fueron artífices de la construcción de escuelas, hospitales, arreglo de caminos, de cooperativas y de otros grandes emprendimientos pastorales, que sin la guía de los religiosos quizá no se hubiese concretado. Todos estos trabajos realizan sin descuidar su misión como guía espiritual.

Historia

El Día del Párroco se estableció en la festividad de San Juan María Vianney, el Cura de Ars, nacido en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, el 8 de Mayo de 1786; muerto el 4 de agosto de 1859.

Según su historia, en 1806, el cura de Ecully, M. Balley, abrió una escuela para aspirantes a eclesiásticos, y Juan Bautista María Vianney fue enviado a ella. Aunque era de inteligencia mediana y sus maestros nunca parecen haber dudado de su vocación, sus conocimientos eran extremadamente limitados.

En 1812 fue enviado al seminario de Verrieres; estaba tan mal en latín que se vio forzado a seguir el curso de filosofía en francés. Suspendió el examen de ingreso al seminario propiamente dicho, pero en un nuevo examen, tres meses más tarde, aprobó. El 13 de agosto de 1815 fue ordenado sacerdote por monseñor Simon, obispo de Grenoble.

En 1818 fue hecho párroco de Ars, una aldea no muy lejos de Lyon. Fundó una especie de orfanato para jóvenes desamparadas. Lo llamaron “La Providencia” y fue el modelo de instituciones similares establecidas más tarde por toda Francia. El propio Vianney instruía a las niñas en el catecismo, y estas enseñanzas llegaron a ser tan populares que al final se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes.

La principal labor del Cura de Ars fue la dirección de almas. Hasta el llegaban los fieles de todas partes de Francia y de otros países vecinos.

Los milagros registrados por sus biógrafos son de tres clases: en primer lugar, la obtención de dinero para sus limosnas y alimento para sus huérfanos; en segundo lugar, conocimiento sobrenatural del pasado y del futuro; en tercer lugar, curación de enfermos, especialmente niños.

El 3 de octubre de 1874 Juan Bautista María Vianney fue proclamado venerable por Pío IX, y el 8 de enero de 1905 fue inscrito entre los beatos. El papa Pío X lo propuso como modelo para el clero parroquial. En 1925, el papa Pío XI lo canonizó. Su fiesta se celebra cada 4 de agosto.

La eucaristía también contó con la bendición por parte del obispo del nuevo piso de cerámica completamente financiado por la comunidad de Fátima.

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