Una
mirada crítica a la institucionalización cultural
Desde un espacio emblemático de la difusión
de las artes escénicas –Espacio Antifaz- un grupo de gestores culturales de
diversos ámbitos y tras una profunda reflexión que partió hace años, hicieron
el lanzamiento de este nuevo “Movimiento Ciudadano por la Cultura y el Arte en
la Región de Tarapacá”. A su vez entregaron un Manifiesto, documento que
analiza el estado del arte hoy, en la temática que los convoca, explicado a 10
puntos.
Como vocero del Movimiento Ciudadano, al momento de hacerse público ante
la comunidad regional, actuó el dramaturgo Iván Vera-Pinto, quien difundió el
Manifiesto. Dijo: “Somos un conjunto de
ciudadanos tarapaqueños vinculados a los temas de la cultura y el arte, se
congregan para compartir principios e intenciones que pretenden convertirse en
referentes de la expresión reivindicativa de un nuevo movimiento ciudadano,
cuyo objetivo sustancial es instalar el concepto de cultura como palanca de
desarrollo social de esta región”.
Los
principios orientadores son:
1.- Por
una cultura que sea concebida como palanca de desarrollo social.
Al ponderar la cultura como palanca de desarrollo “nos
referimos a esa toma de decisión política que considera las diferencias
culturales, que integra las especificidades culturales en las estrategias,
tomando en cuenta la dimensión histórica, social y cultural de cada comunidad”.
Y más aún, el grupo estima que es impensable elaborar estrategias de
desarrollo social, sin considerar las diferencias culturales que existen a
nivel nacional y regional. “En el fondo, el desarrollo significa el
enriquecimiento de la identidad profunda de cada pueblo, de sus intereses,
demandas, de la calidad integral de su vida, tanto en el plano colectivo e
individual”.
2.- Por
un desarrollo social que se base en la memoria histórica de nuestros pueblos.
Estiman que no podemos hablar de desarrollo
social si no utilizamos el potencial de la memoria, en ese sentido “el
desarrollo social debe garantizar la
protección de los derechos culturales y la generación de prosperidad económica
y social para todos los ciudadanos”.
Es que la
cultura se entiende “como un sistema de valores,
de recursos y marco
referencial para construir un desarrollo auténticamente sostenible. Es por ello que es imprescindible aprender de las experiencias
de
las generaciones pasadas y el
reconocimiento de la cultura como parte del patrimonio común y
local
y como fuente de
creatividad y de
transformación. Es decir, el desarrollo social debe entroncarse con el pasado
de los pueblos, con la memoria colectiva, valorándola y tratándola con especial
respeto, pues ella constituye el sustento del mismo desarrollo”.
3.- Por
una cultura que respete y afiance nuestra identidad regional tarapaqueña.
Estiman firmemente que todo modelo cultural debe sostenerse en la
identidad cultural de un territorio, en este caso tarapaqueño, porque “la identidad es memoria colectiva y debe ser labor
compartida por todos los habitantes de esta región, atendiendo y reflexionando
sobre su historia, teniendo en cuenta que el presente no debe repetir el
pasado, sino que debe contenerlo. La identidad es siempre actual y es
consecuencia de la historia y a la historia regresa consecutivamente”.
Es relevante fomentar una
política cultura que rescate, ponga en valor, difunda y proyecte todos los
objetos, ideas, costumbres y manifestaciones que se sitúen y respondan a la
identidad tarapaqueña, pues, de esa manera nuestro habitante se entenderá a sí
mismo, dará significación a su existencia y comprenderá las creaciones que
conforman su contexto, creando de esta forma infinitas tramas de
significaciones.
4.- Por una cultura que fomente el respeto a la
diversidad.
En este sentido punto, señalan
que es vital garantizar los derechos
culturales, el acceso a los bienes y servicios culturales, la libre participación en la vida cultural y la libertad de expresión artística.
Otro desafío
es el recatar, poner en valor y difundir nuestras culturas identitarias para
transmitir su riqueza a las generaciones posteriores, pues ella contiene el
activo esencial para nuestro bienestar y el de nuestros hijos. Incluyamos,
también, acciones que nos permitan valernos de la cultura como el principal
recurso para lograr el desarrollo y la gestión sostenibles de las ciudades.
5.- Por una cultura que sirva de base a modelos
cooperativos innovadores y sostenibles.
La cultura debe favorecer modelos de cooperación innovadores y
sostenibles. Es por eso necesario crear alianzas estratégicas público-privadas,
bajo marcos jurídicos, institucionales, políticos y administrativos adecuados, con miras a favorecer mecanismos de financiación y cooperación a nivel tanto nacional como
internacional, incluidas las iniciativas populares y las asociaciones culturales gestadas
desde la misma comunidad.
Es claro que
estas alianzas, por una cuestión ética, deben claramente restringir la
intervención de aquellas entidades que sistemáticamente tienen un accionar
empresarial que atenta contra el medio ambiente, que mantiene conflictos
laborales con sus trabajadores y que no están respaldadas por valores éticos y
morales.
6.- Por una cultura auténticamente democrática.
Es la
comunidad organizada en su conjunto quien debe definir las políticas,
estrategias y lineamientos del desarrollo cultural nacional y regional. “Lo
cierto es que en nuestro país nos movemos en un escenario de incertidumbre y
fragilidad dado por la multiplicidad de actores y niveles de acción que
intervienen en el contexto político, económico y social actual”.
“El debate
actual debiera estar centrado en definir -
con la intervención todos los ciudadanos organizados - la política pública como una actividad
colectiva que participa en la creación de un orden social y político que regule
las contradicciones sociales, integre a los diferentes grupos sociales y
resuelva conflictos”.
“Desde esta
mirada, la cultura se plantea como un agente del cambio social y del
empoderamiento comunitario, a través de instancias participativas que incluye a
todos los actores sociales, agentes de transmisión intercultural entre
diferentes redes sociales y contextos urbanos.
7.- Por un Plan Estratégico Nacional y Regional de
Cultura.
Este Plan
Estratégico debería constituirse en el núcleo de la discusión y necesariamente
debería estar sustentado en aquellos elementos que conforman parte de la
identidad cultural nacional y regional. Por supuesto, esta propuesta debería exceder el patrimonio de las Bellas Artes; es
decir, convendría trabajar con una idea dinámica de cultura que despliegue las
múltiples capacidades de intervención en la conciencia ciudadana.
En breves expresiones, debemos exigir que el
Estado no solamente invierta más en el arte y la cultura, sino crear una
institucionalidad democrática que dé efectiva participación a todos los
ciudadanos en la formulación, planificación y ejecución de las políticas, las
que incluyan todas las visiones y las aspiraciones de los artistas y gestores
culturales. Y, si el financiamiento actualmente es insuficiente, tenemos el
derecho de pedir más.
Es ineludible desarrollar una democracia
cultural que se traduzca en la desburocratización de la cultura, despojándola
de todo paternalismo estatal y, en cambio, enfocar la acción cultural del
Estado hacia la dinámica social, hacia la vida misma de las comunidades a nivel
regional, municipal, e inclusive de los
barrios.
8.- Por una educación para la cultura:
Una educación para la cultura debe enfatizar
la idea que la educación y la cultura no se asimilan separadamente, sino por el
contrario, en conjunto: aprendemos, creamos, recreamos la cultura desde todos
los espacios de la vida cotidiana. Esta articulación permite que surjan sujetos
activos, reflexivos-críticos, protagonistas de los procesos creativos y, sobre
todo, con la capacidad de respetar las diferencias.
Para su
logro debemos cambiar los propósitos de la educación neoliberal de “producir” personas para el mercado y no para
ser felices. Apoyamos la idea que la escuela debe ser el lugar para descubrir
conocimientos, sentir placer y cultivar los valores. Una escuela donde exista
un equilibrio entre maestro y alumno,
para acabar con la relación entre el que sabe y el que no sabe, el que manda y
el que obedece. Necesitamos educadores convencidos de que una nueva escuela es
posible, donde ellos no sean jueces ni dueños de la verdad, sino facilitadores
que acompañan los procesos de aprendizaje.
9.- Por una cultura que permita la fundación de
ciudades creativas.
En el plano económico, la producción de la cultura también se presenta
como una alternativa a la alicaída industria nacional, teniendo en cuenta que
las industrias creativas aportan riqueza económica y empleo.
Teniendo en cuenta ambos roles de la cultura en la ciudad y considerando
las sinergias que tiene con la actividad comercial, de ocio y servicios de la
misma, podemos afirmar que además existe una constante retroalimentación entre
ambos ejes de regeneración y desarrollo urbano.
Dicho de otra manera, la construcción de infraestructuras culturales y
el apoyo a las industrias creativas, favorecería la recuperación de espacios
postrados y la actividad creativa y cultural y, a la vez contribuiría a la
vigorización de sus zonas comerciales y de ocio. Todo lo cual mejoraría la
mirada externa positiva de una ciudad, que es una cualidad imprescindible para
atraer visitantes, turistas, clientes e inversores.
10.- Por municipios que promuevan el
desarrollo cultural y las artes de manera democrática.
Este
movimiento, finalmente, le otorga un rol fundamental y necesario, a los municipios.
“En este modelo de la democracia cultural tiene vital alcance la intervención de los
municipios, los cuales deberían ser uno de los principales entes
institucionales para fomentar la cultura y las artes. Ello implica la toma de
decisiones políticas que conlleven a desdoblar esfuerzos para conseguir no sólo
promover la reafirmación de sentimientos de pertenencia e identidad, sino también
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de una determina comuna. Para
lograr este objetivo los municipios debieran conducir su accionar a crear los
mecanismos de financiamiento para las actividades culturales que surjan desde
las instituciones, la sociedad civil y los gestores culturales autónomos”.
#Iquique
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