TM.
Ximena Naranjo Herrera
El día 2 de Octubre se conmemoran 67 años
desde los inicios de nuestra profesión, en efecto, la historia de la Tecnología
Médica data de 1948, fecha en que
la Junta Central de Beneficencia
y Asistencia Social, forma la
Escuela Técnica y Administración Hospitalaria, para colaborar en la
investigación y organización de los
hospitales del país. Desarrollando, inicialmente, cursos en las especialidades de Laboratorio
Clínico, Banco de Sangre, Radiología,
Física Médica y Anatomía Patológica, orientados principalmente a técnicos laborantes del sexo femenino que
trabajaban en laboratorios o servicios hospitalarios.
En mayo de 1950, la
Junta Central de Beneficencia, otorgó
a los Técnicos Laborantes,
grados y
garantías similares que las enfermeras, asistentes sociales y matronas.
Una década después, el 5 de diciembre
de 1960, el Consejo Superior de la
Universidad de Chile, funda la Escuela de Tecnología Médica, anexa a la
Facultad de Medicina y a la Escuela del Servicio Nacional de Salud.
Oficialmente en la
Universidad Austral de Chile, el 30 de marzo de 1960, se conforma como la
primera Escuela de Tecnología Médica de Chile con carácter universitario.
La gran mayoría de
las personas de este país alguna vez se ha realizado algún análisis clínico o
test efectuado por un Tecnólogo Médico, en cualquiera de sus especialidades,
pero lamentablemente, como nos desempeñamos en áreas restringidas al público,
poco conoce la comunidad los alcances de nuestra labor, muchos nos identifican
sólo como la firma que valida un examen.
El Tecnólogo Médico,
como profesional de la salud, está íntimamente ligado a la prevención,
diagnóstico, tratamiento y seguimiento de enfermedades; protegiendo a cabalidad
los derechos de confidencialidad en todo su ejercicio profesional, de modo tal
que respete el desarrollo individual y
colectivo de los seres humanos. Además, cuenta con las competencias asociadas a
la Investigación y al desarrollo científico permanente, contribuyendo con la vigilancia
epidemiológica y promoviendo la salud y
el bienestar de la población.
De la carrera de
Tecnología Médica he escuchado distintas teorías: que no somos una carrera
universitaria, que somos aquellos que sacan
sangre, que seremos reemplazados por equipos, que sólo apretamos
botones, etcétera.
Pero hoy quisiera
contarles que nuestra labor es imprescindible en un diagnóstico médico certero,
que gracias al desarrollo tecnológico actual hemos optimizado los tiempos de
entrega de los exámenes, garantizando la calidad, y de esta manera, favoreciendo
un tratamiento eficiente y rápido de las patologías que pueden afectar al ser
humano.
Ya lo decía Neruda en
su Oda al Laboratorista: “todo comenzó con el hombre y su ojo que buscaba en el
cielo de la sangre una estrella maligna.
Allí con blusa blanca
sigue buscando el signo, el número, el color de la muerte o la vida,
descifrando la textura del dolor, descubriendo la insignia de la fiebre o el
primer síntoma del crecimiento humano”.
Luego de este tiempo
de ejercicio profesional me vuelvo a enamorar de este camino que elegí hace 25
años, donde he podido contribuir con mis conocimientos a la salud de muchas
personas, entre ellos, quizás de alguno de ustedes que leen esta columna,
agradezco a Dios y a mis padres por fomentar en mí el espíritu científico desde
temprana edad, cuando recibí un pequeño microscopio para Navidad y pude
descubrir un nuevo mundo escondido al ojo humano.
Finalmente, quisiera
saludar a todos mis colegas de las distintas especialidades en nuestro día,
Mención Laboratorio Clínico, Hematología y Banco de Sangre; Radiología y Física
Médica; Oftalmología; Morfofisiopatología y Citodiagnóstico;
Otorrinolaringología; con la tranquilidad de decir que sin duda…somos más que
sólo una firma.
#Iquique
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