Artesanías de Chile en el Centro Cultural
Palacio de la Moneda. Temática
2016: ‘‘Memorias del color’’
Por Rocío Hermosilla Z.
Los textiles
y el color son el tema del año en el espacio educativo y cultural de la
Fundación Artesanías de Chile en el Centro Cultural Palacio de la Moneda
(CCPLM), a través de la muestra ‘‘Memorias del color’’, una exposición abierta
al público que presenta y caracteriza la textilería Mapuche y Aymara. Tintes
vegetales y minerales, el uso de distintos tipos de lana, procesos manuales de
teñido, simbología de los diseños, y sobre todo colores, naturales o vibrantes,
es lo que se disfruta y aprende en la tienda del menos uno.
Uno de los
objetivos de esta exposición es valorizar el trabajo, esfuerzo y la dedicación
que las y los artesanos entregan en cada pieza textil que confeccionan de forma
manual, usando técnicas que son
centenarias. Frágil, por un lado, y sabio, por otro, la textilería depende
mucho de la precisión de la técnica. La sabiduría, en tanto, se encuentra en
cada artesano; no existe manual alguno que contenga instrucciones o pasos a
seguir de los diseños, o la forma de hacer puntos en el telar, estos insumos
sólo se encuentran en los conocimientos de quien entrelaza con las manos.
El blanco, el
negro y el café, son los colores base de la textilería mapuche, que utiliza
lana de oveja. Tintes vegetales como la cáscara de cebolla o las hojas de té, o
los del tipo mineral, como el barro, dan origen a tonos que se contrastan en un
telar vertical. El tejido es una actividad exclusivamente realizada por las
mujeres y la antigua condición para tejer era estar anímicamente bien, ya que
si la tejedora estaba triste o decaída eso se verá reflejado en el producto
final. Cuenta una leyenda que a las niñas se les ponía una araña en las manos
para que fueran buenas tejedoras en un futuro.
Todas las
gamas de cafés, propios del pelo de alpaca, son, por otro lado, los predilectos
del pueblo Aymara, los que son dispuestos en un telar de ‘‘cuatro estacas’’,
mediante una impecable combinación en degradé, técnica denominada ‘‘Kisa’’. En
tanto, los tonos más verdosos son entregados por los arbustos locales. Pero, en las piezas altiplánicas también
existe el color fuerte y fosforescente; el rojo, el fucsia, el verde y amarillo
se logran gracias a las anilinas. En el caso del pueblo aymara los hombres
también se integran en la textilería, confeccionando tejidos más resistente y
gruesos de lo que las mujeres pueden hacer. El trabajo minucioso de los
artesanos y la respetuosa técnica hacen de la textilería andina la más compleja
y refinada del mundo.
La muestra
también comprende la activación de talleres realizados por artesanas autóctonas
de ambos pueblos, quienes reciben a cursos de distintos colegios, grupos de
adultos o ancianos en la semana y a público general los fines de semana. Ellas
enseñan su tradición y ayudan a los alumnos y alumnas de turno a crear piezas
simples, las que pueden conservar, encapsulando la experiencia.
Es allí donde
Rogelia Marcela Castro Flores, artesana textil aymara de 48 años oriunda del
árido Colchane en la Región de Tarapacá, se convierte en maestra y reveladora
de parte los secretos textiles que guarda desde su niñez. Rogelia nos compartió
un poco de su historia y de su experiencia en el último día que dictó clases en el espacio de la Fundación en el CCPLM.
¿Cómo llegó al oficio que hoy la sustenta?
¿De qué se trata la textilería para usted?
Por herencia,
por mis bisabuelos. Esa es nuestra cultura, nosotros vivimos de eso y mi
bisabuelita le enseño a mi mamá, y mi mamá me enseñó a mí. Va de generación en generación esta
tradición. Yo aprendí a hilar a los nueve o diez años. Al principio me
enseñaron, pero después inventaba o salía de mi mente lo que quería hacer…
entonces después voy haciendo más cosas.
Es una
cultura que nosotros no estamos perdiendo, esa etnia que nos enseñaron nuestros
abuelos va siguiendo de generación en
generación. Yo ahora la estoy dejando y transmitiendo a mis hijos también, para
que no pierdan esa cultura, porque
nosotros vivimos de eso, esa es nuestra cultura.
¿Cómo crea sus productos?
Nosotros no
tenemos libros ni nada, de nuestra mente y de nuestro corazón nace hacer las
cosas. La cultura aymara tiene distintos
colores de la alpaca, entonces vamos
diseñando. Por ejemplo, el café se puede combinar con banco, negro, y así,
según las diferentes prendas que tú quieras hacer, vas diseñando con tu mente y
nace de nuestro corazón.
¿Cómo llegó a la idea de vender de sus
productos?
Muchas veces
antiguamente, hacíamos las prendas para puro vestirnos y no teníamos donde
vender. Yo no tengo un estudio, entonces en ese momento, como a los 22, vi que
llegaban a mi pueblo turistas y me preguntaban qué se trabajaba y ahí me
compraban. Ahí vi yo el dinero que recibía de mis manos. En ese momento empecé
a innovar las cosas para vender artesanías, ese era mi sustento para mantener a
mi familia y sacar adelante a mis hijos para estudiar. Ahora yo vivo de esto,
de mi artesanía.
¿De no haberse dedicado a las artesanías cual
habría sido su opción?
Siempre tengo
la opción de vender mi ganado en carne y en charqui. Yo también soy ganadera y agricultura de
quínoa, sembramos igual que el trigo la quínoa. De la quínoa sacamos todo, el
graneado, la cazuela, la harina tostada de quínoa, entonces eso es sustentable
también de allá de la cultura.
Rogelia
Castro es una de las seleccionadas para participar en la Segunda Feria Nacional
de Artesanías, Turismo y Productos Campesinos, organizada por la Fundación
Artesanías de Chile a realizarse desde el 28 al 01 de diciembre en la Plaza de
la Constitución, convirtiéndose en una de las representantes de la Región de
Tarapacá.
¿Cómo nace la relación con la fundación?
Yo conocí a
la Fundación Artesanías de Chile en una reunión con una amiga que yo conocía y
ahí ella me contó lo que hacían, por eso me contacté. Ellos me pedían una
muestra de qué es lo que hacía yo, y yo les mandaba y cumplía. Eso fue como
hace siete años atrás.
¿De qué forma ha mejorado sus productos desde
que está en la Fundación?
Me hacen
capacitaciones, hay un control de calidad, no es cualquier producto el que uno
puede vender. Me hicieron un curso de computación para poder escribir y hacerme
un correo, y también crearme una página, hace poco me estaban haciendo un curso
en Alto Hospicio, para poder promocionar mis productos. He mejorando la calidad
de mis productos y he aprendido cosas que nos sabía.
¿De qué manera siente que la han ayudado en
lo personal?
Yo recibí un
apoyo de ellos, nos preguntaban qué necesitábamos y qué cursos queríamos hacer.
Siempre preocupado de nosotros, nos llaman, yo me siento tan contenta porque
siento el apoyo.
Ha sido una ayuda muy grande de acá de Fundación
Artesanías de Chile porque me hacen pedidos y me compran. Me ayudó bastante para pagarla universidad de
mis hijos, entonces yo lo valoro mucho y voy innovando para que se vendan mas
tejidos.
La población
aymara es la segunda etnia indígena que tiene más personas después de la
mapuche. Según el censo del 2012, un 11,11% de la población en Chile declaró
pertenecer a una etnia, de ésta más de 84% corresponde a mapuches y un 23,38% a
los aymaras.
¿Cómo vive su raíz indígena y cómo ha
cambiado con los años?
Nosotros en
el norte somos unos aymaras que vivimos en el campo, un desierto en el que
antes no podías comunicarte. Donde vivo yo no hay luz, ni teléfono, ni agua
potable. El agua hace poquito llegó allá donde vivo yo, en Cholchane, y hay luz
de cuatro horas no más. Antiguamente no había nada, pero ahora hay de todo. La
gente de mi pueblo se siente bien por poder comunicarse, todos ya tienen sus
celulares e internet. Pero el aymara siempre está mantenido su cultura y sus
raíces, y no está perdiendo esa tradición. Seguimos transmitiendo a los niños y
de generación en generación, porque no queremos perderlo.
¿Qué representa en ese sentido tu trabajo de
artesana?
Representa a
mi cultura. Mi trabajo es mi cultura; artesanía, agricultura y ganadería.
¿Cómo ha sido la experiencia de ser
profesora?
Ha sido
bueno, hay gente que está interesada, me han pregunta mucho sobre qué lengua yo
tenía, y yo explicaba y le hablaba a las personas. Me ha gustado enseñar y creo
que será un aporte para mi trabajo, porque hay otras personas que quieren aprender y puede ser otro ingreso
para mí también.
¿De qué se trata el taller que hizo
recientemente?
Les a hacer
un pompón andino, que se llama ‘‘Banderilla’’
también, y se le pone al macho alpaca en la oreja. Le damos un cariño y
lo adornamos a nuestro animal, porque él nos da nuestra lana, su pelaje, de eso
vivimos nosotros, entonces nos encariñamos igual que con nuestros bebés, porque
él también siente el cariño de nosotros… entonces él, mientas está comiendo en la
orilla de los ríos, se ve que está bien adornado, y se sienten contentos de que
los quiere su dueño. Ahora transferimos este pompón a llaveros.
¿Cuál es su objetivo al hacer los talleres?
Entregar esa
herencia a los niños…quizás un día no saquen su carrera y pueden hacer
artesanías para que se venda y saquen su platita. Me interesa que haya más
talleres. Y están interesadas las personas, quieren aprender a hacer muchas
cosas.
Si tuviese que elegir una pieza, ¿cuál cree
que es la que más representa su cultura?
La tradición:
los tejidos hechos en cuatros estacas, no tengo una pieza favorita. Ésa es mi
cultura.
#Iquique
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