Juan Eduardo Faúndez , Subsecretario de Servicios Sociales, Ministerio de Desarrollo Social
Qué duda cabe que Chile se ve enfrentado a un cambio de época, entendida
como un cambio de paradigma para hacernos cargo de nuestras deficiencias y por
sobre todo de como aprovechamos nuestras potencialidades para dar un salto al
desarrollo. Enfrentar este desafío en
pleno siglo XXI teniendo más del 20% de pobreza multidimensional y con una
distribución de los ingresos entre las más desiguales del mundo supone un
repensar entre todos el modelo de desarrollo.
Desde esta premisa, es justo replantearse los roles tanto del Estado
como de la Sociedad Civil. No podemos pensar en contar con servicios sociales
de estándar escandinavo con un PIB per cápita de 25000 dólares, cerca de la
mitad del promedio de los países de la OCDE. Necesitamos crecer, sí, pero no crecer como lo hemos hecho hasta
ahora donde el 33% de los ingresos se los lleva el 1% más rico. Ese crecimiento
no nos lleva a ninguna parte mejor, necesitamos cambiar el paradigma del
crecimiento, debemos crecer, pero con mejor distribución del ingreso y mayor
sustentabilidad.
Ante la emergencia cada vez más notoria de una sociedad más empoderada y
más demandante de condiciones adecuadas de vida (salud, educación, áreas
verdes, etc.) es justo plantearse cómo se resuelve esta ecuación, en donde el
Estado que por sí solo no es capaz de proveer los recursos necesarios para
cumplir lo que sus ciudadanos demandan.
Una vía es seguir profundizando la carga impositiva de los sectores más
acomodados y acercarse a tasas OCDE (impuesto a las contribuciones más altas,
al 1% más rico, etc.) a modo de financiar más gasto social, I+D, etc. Pero esto
no es suficiente, si queremos avanzar hacia el desarrollo, también debemos
trabajar para un cambio cultural donde la solidaridad y la cohesión sean las
bases de nuestra forma de relacionarnos. Por ejemplo, avanzar en la colaboración
estrecha entre Estado y sociedad civil para la solución de problemas públicos. Igualmente,
redefinir el rol de las empresas que dan servicios asociados a seguridad social
y sobre todo fomentar una cultura empresarial solidaria y responsable
socialmente.
Conceptos como “comercio justo”, “comercio sustentable”, “economía social
colaborativa” han tardado mucho en consolidarse en Chile. No es posible que ir
al supermercado y a la farmacia en Francia, Alemania o España sea más barato
que en Chile teniendo niveles de ingreso superiores a los nuestros. El caso de
las farmacias populares es una forma de resistencia y corrección de esta
situación. Pronto veremos en Chile supermercados colaborativos y populares como
están apareciendo en Europa, justamente porque el mercado no está dando las
respuestas y porque el intercambio no parece justo.
Cambiar la percepción de solidaridad también importa, no basta con
donaciones temporales, debemos fomentar prácticas solidarias en la
cotidianeidad, en el comercio, en la distribución de la ganancia traducido en
sueldos más dignos, en la carga tributaria para quienes ganan más, en la ética
de los servicios públicos, etc. Este será el cambio cultural que Chile tendrá
que consolidar para dar el salto al desarrollo.
#Opinión
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